Soldados de salamina

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Para mi es fácil imaginar una familia grande en la que unos tíos son más bien de izquierda, y los otros son de derecha, y en las reuniones familiares discuten de política tomando tinto después del almuerzo, y de vez en cuando uno de los tíos levanta la voz dejándose llevar por el calor de la discusión. Después no pasa nada y así volverá a suceder en una semana, en otro cálido almuerzo familiar entre hermanos alrededor de la nueva coyuntura y las viejas convicciones. Lo mismo puede pasar con los amigos. Los amigos discuten en un bar, de política. Entre cerveza y cerveza se va discutiendo y de vez en cuando alguien se exalta, y van y vienen pequeños insultos empacados en papel de regalo decorado de amistad; y después del brindis nada ha pasado, y los amigos que también son contradictores políticos se abrazan como cualquier par de borrachos. Entonces algo cambia de forma macabra, y los hermanos se hechan un fusil al hombro, y los amigos del bar de repente están en bandos opuestos y a las órdenes de dos generales dispuestos a hacerlos matarse entre sí. Esa puede ser una descripción de lo que es una guerra civil, quizá una descripción muy romántica pero no por eso carente de verdad.

Rafael Sánchez Masas fue un escritor falangista alistado en el ejercito nacional durante la guerra civil española. Sánchez Mazas logró salvarse de un fusilamiento milagrosamente, y en la emboscada subsecuente se salvó de nuevo de una forma inverosilmente humana: gracias a la conmiseración de un soldado rojo quien cuando lo encuentra completamente desvalido, lo mira a los ojos y en vez de acribillarlo sin compasión, lo ignora. Javier Cercas cuenta en Soldados de Salamina la historia (real) del escritor facho y su trajinar por los bosques catalanes que rodean a una Barcelona caída. También cuenta la historia (ficticia) de la búsqueda (unas cuantas décadas después) de aquel soldado rojo, y de paso habla sobre la naturaleza de la guerra, sobre los horrores de la guerra que muchos ignoramos incluso a pesar de haber nacido en un país que lleva más de diez lustros sumido en una.

Esto es lo que dijo Bolaño de Soldados de Salamina. Y esto lo que dijo Vargas Llosa. Me pregunto qué pasaría hoy en día si uno pudiera sentar a Bolaño y a Vargas Llosa en una mesa a hablar sobre política, como un par de tíos que discuten al calor del tinto después de un almuerzo.

Javier Cercas me cae bien. Su último libro, Anatomía de un instante, va sobre el 23F, espero poder leerlo pronto.

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