Laura

Un día está uno sentado lo más de tranquilo tomándose una cerveza en cierta reunión de académicos berlineses aburridos. Y entonces aparece una de esas mujeres todas altaneras que uno sabe de inmediato que jamás ha visto porque de haber sido así sin duda lo recordaría. Entonces alguien le presenta a uno la muchacha, y unos minutos más tarde la susodicha coge sin pedir permiso la cerveza que uno tiene, y se manda un sorbo gigantesco y profundo, ante lo cual uno no tiene más remedio que enamorarse de inmediato y profundamente; y disimular, y después agradecer a quién sabe quién que los académicos aburridos berlineses se acuestan temprano, y por lo tanto lo más probable es que uno jamás la volverá a ver.

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